[RETO] Una noche de borrachera puede tener buenos resultados

-Ah...- Se sorprendió al ver que el dueño de tan hermosa mansión era Dino. Sonrió, era obvio que él había sido su salvador. -Gracias por haberme sacado de ese aprieto- Lo miró de pies a cabeza, vestía una simple camisa, un pantalón negro y unos relucientes zapatos. Estaba bien vestido, aunque se notaba que contrastaba la simplicidad de su atuendo con la elegancia del establecimiento.

-Le agradezco mucho que me haya traído y haya cuidado de mi, Dino-san, pero
debo volver al hotel...- Sonrió amablemente, esperando la respuesta del rubio.

Tragó saliva al sentir la mirada del rubio sobre ella, no es que le incomodara, más bien que simplemente le ponía algo avergonzada. -No creo que haya pasado demasiado, es una historia bastante simple...-

Se sonrojó levemente al sentir el suave contacto de sus labios tocar su mano. -Yo... Estaria bien... No se preocupe...- Bajó la mirada, realmente Cavallone sabía cómo avergonzarla, aunque gratamente.

-Eh...- Al escuchar la pregunta, levantó la mirada, riendo un poco. -Fui invitada a una fiesta aquí, en Italia, pero...- Se rascó levemente la mejilla, riendo por su propia torpeza. -Tomé de más... Y había estado en Italia una o dos veces... Y me perdí...-

Suspiró y se puso una mano en la frente, seguía algo mareada y no estaba pensando en claridad.

Con la última frase de ella tuvo la impresión de que no se hallaba del todo bien por la expresión de su rostro, por lo que unas pequeñas arrugas de preocupación se formaron en su frente.

-Mmm… ya veo…- murmuro debido a la explicación –De todas maneras puedes volver tranquila a la alcoba a descansar- agregó sonriéndole con amabilidad, coloco su mano en la espalda de la mujer y la condujo con delicadeza hasta la puerta del cuarto.

-Tú no te preocupes, mañana en la mañana te llevare al hotel, por ahora creo que lo mejor es que trates de dormir, y ya que se trata de resaca le pediré al ama de llaves que te prepare algo para ello, no hay problemas con eso ¿No?- pregunto más afirmando que otra cosa, impregnando su voz con autoridad, de modo que la joven no tuviera espacio para replicar, después de todo si algo le pasaba a Chrome y él no lo evitaba se metería en serios problemas con Reborn y Tsuna.

-Eh...- La peli-violeta se dejó llevar a la habitación, suponía que no había nada que refutar. Se sentó en la cama, escuchando las últimas frases del rubio, con atención.

Cuando el meyor terminó de hablar, ella solo asintió con la cabeza, no tenía problema con un par de atenciones para su estado actual. -Dino-san, ¿puedo pedirle una única cosa?-

Sonrió con timidez, y cuando vió que el Cavallone asentía, siguió con su petición. -Bueno... Este camisón es muy hermoso... Pero algo corto...- Bajó la mirada, esperaba no molestar al rubio después de todo lo que había hecho por ella.

-Oh… Claro…- murmuró notando con sorpresa el pedido y las blancas y esbeltas piernas que la mujer exhibía con vergüenza, lindas piernas a su entender, sonrió para sí mismo.

-No te preocupes, le diré al ama de llaves, tú solo espera aquí- le dijo volteándose hacia la puerta y saliendo del cuarto.

Bajo al dormitorio de la criada y le pidió que buscase algo más para su “Invitada” y se lo llevase, aunque la mujer estaba algo dormida rápidamente asintió y fue a cumplir con la orden.
Mientras que el rubio se dirigía a la cocina y preparaba una bebida efervescente que solía ser bastante buena contra las resacas.

Subió con el vaso en la mano y entro en la habitación de la chica, pero para su desgracia tropezó con el borde de la alfombra y cayo al suelo, volcando el contenido del vaso.

Pero al levantar la vista vio la hermosa imagen de una Chrome completamente desnuda frente a él, al parecer se estaba cambiando cuando él entro…

Sonrió al ver que lo que le traía la criada no era más que unos pantalones hasta las rodillas y una camisa simple. Perfecto, nada de mostrar las piernas como con ese -hermoso- camisón. Agradeció a la mujer educadamente y cerró la puerta con cuidado, sin hacer ningún ruido.

Se quitó la única prenda que tenía puesta delicadamente y la dejó en la cama, cuando sintió que la puerta se abría y escuchó el ruido de un vaso roto. Sus mejillas adquirieron un color carmín al ver quién estaba frente a ella: Dino Cavallone.

Cubrió su cuerpo con sus manos, intentando ocultar sus partes más íntimas del rubio. No sabía qué hacer, estaba avergonzada.

-D-Dino-san...- Intentó hablar, aunque solo salieron balbuceos de su boca.

Había quedado totalmente roja de la vergüenza, ¡todo lo tenía que pasar a ella! Suspiró, intentando tranquilizarse, nunca le había pasado que alguien la viese desnuda. Tragó saliva y decidió terminar de cambiarse, eso había sido demasiado para su inocente mente.

Se puso la camisa con cuidado y se colocó los pantalones lentamente, había quedado entumecida de la sorpresa. Se sentó en la cama y decidió intentar olvidar el suceso.

Escuchó que tocaban la puerta y casi se cae de los nervios, ahora le costaría verlo
a la cara. -P-Pase...- Susurró levemente, aunque lo suficientemente fuerte como para que se escuchara del otro lado.

Spoiler:

Escucho la suave voz de la joven y entro, lo mejor sería hacer como si nada hubiera pasado para no incomodarla.

-Aquí traje algo para el dolor de cabeza y los mareos- dijo con un tono desenfadado y una sonrisa de disculpa, aunque al parecer la muchacha se hallaba muy avergonzada pues tenía la vista clavada en el suelo y las mejillas rojas.

Se acercó a ella y se sentó a su lado y le extendió el vaso instándola a que lo tomase.
-Lamento lo que ocurrió- suspiro tomando un mechón de su largo cabello y jugueteando con él –En verdad no fue mi intención espiarte ni nada…- agregó algo apesadumbrado.

Poso su mano bajo la barbilla de Chrome, alzando su rostro y obligándola a mirarle a los ojos -¿Podrías perdonar mi torpeza?- pregunto con una dulce sonrisa apenada.

Spoiler:

Tomó el vaso con ambas manos y bebió su interior. Sea lo que sea, no tenía buen sabor, aunque lo terminó sin rechistar.

-No... No pasa nada, Dino-san...- Dijo con sus sonrojadas mejillas, aún con sus ojos clavados en el suelo. Estaba realmente avergonzada, jamás hubiera creído que algo así pasaría.

Su rostro se tiñó de rojo al estar viendo cara a cara al rubio. Apenas pudo entender sus palabras entre el nerviosismo que estaba en su mente. -E-Está bien...-

Por algún motivo sentía una gran atracción hacia la hermosa mirada de la mujer, sus grandes ojos lo habían embelesado de una forma extraña y el simple movimiento que sus labios hicieron para hablar le habían hecho captar la poca distancia que los separaba.

No, no, definitivamente lo que pasaba por su cabeza no era bueno, nada bueno saldría si seguía con los súbitos deseos que nacieron en su mente desde que se topó con Chrome…

Bueno, al menos eso fue lo que paso por su cabeza un segundo antes de inclinar su cabeza hacia aquel apetecible rostro y posar sus labios sobre los de la joven.

Su cabeza estaba concentrado en el beso, pero una pequeña parte de su cerebro le estaba reprendiendo por aquello, aunque era muy pequeña y se iba debilitando con cada leve movimiento que la boca del rubio hacia sobre la de la mujer.

Sintió que casi se moría de un infarto al notar el contacto entre la boca del rubio y la suya. Por un momento intentó resistirse, ya que eso la había tomado por sorpresa, aunque poco a poco fue cayendo ante el beso.

Sus mejillas no paraban de tomar color, haciendo un gran contraste entre su blanca y delicada piel con el rojo en sus pómulos. Debía admitirlo, el Cavallone besaba bien.

Luego de unos minutos de un largo beso, ella separó sus labios a causa de que sus pulmones le exigían oxígeno, y no se lo podía negar. Bajó la mirada, con sus mejillas totalmente encendidas.

Fue un beso dulce y delicado, completamente embriagado por la suavidad y los movimientos de la chica.
Cuando ella se aparto, no dudo que sin dudas se veia completamente adorable con las mejillas rosas sobre el blanco porcelana de su piel.
El rubio tambien se hallaba sin aliento, completamente sumergido en ese calido ambiente que los habia rodeado y que prebalecia aunque se hubieran separado.

Nuevamente tomo a la mujer por el menton y levanto su rostro ovservandola con detenimiento.
-Lamento si fui demasiado brusco...- susurro con una dulce mirada -Pero de algún modo me has hechizado Chrome...- volvió a unir sus bocas en otro beso lento, mientras que despacio y con sumo cuidado empujaba a la Vongola con su cuerpo, de modo que pronto estuvieron besandose tendidos en la cama, claro que el cuidaba de que su peso no estubiera sobre ella.

Spoiler:

Las palabras del Cavallone la habían dejado totalmente sorprendida. No tenía qué decir, aunque hablar sobraba.

Seguía sin entender porqué estaba pasando todo esto, aunque siendo franca, le daba lo mismo. Aunque lo negara, lo estaba disfrutando, y bastante. Se dejó recostar sobre la cama, con su sonrojo subiendo y subiendo.

El beso siguió durante un rato más, aunque nuevamente tuvieron que separarse a causa de el maldito pero preciado aire. Intentó tranquilizar su respiración, jadeando inconscientemente.

No quería asustarla, claro que no, después de todo él era un caballero, debía tener más cuidado, aunque a esas alturas y con la nula resistencia que la mujer presentaba, el líder de los Cavallone se encontraba ardiendo en llamas y escuchar los jadeos en busca de aire que Chrome daba le excitaban por demás.

Sus labios se posaron con delicadeza sobre su mejilla, dejando un leve sendero de besos hasta su cuello, donde comenzó a dar unas suaves mordidas, dejando que su lengua saborease con gusto aquella piel.

Sus manos se posaron lentamente en la cadera de la muchacha, acariciando sutilmente los costados por sobre la tela, no era el momento de convertirse en un animal, debía mantener la calma.

Bien, aunque estuviera algo nerviosa por la situación, estaba encantada. Nunca en su vida la habían besado de esa manera, y menos la habían tratado con esa delicadeza.

Al sentir los labios del rubio sobre su mejilla, llegando a su cuello, no pudo hacer más que soltar leves jadeos, acompañados de pequeños gemidos, aunque casi inaudibles.

Al menos no era su primera vez. Ya había tenido relaciones sexuales antes, aunque no habían sido muchas. Una o dos, como mucho. Ella no era ninguna clase de pervertida, por lo que tampoco le molestaba haberlo echo tan pocas veces.

Cada vez que el rubio la tocaba, sentía como si ardiera en ese lugar. Aunque no le quemaba ni le dolía, se sentía como en el cielo. Ya estaba perdiendo noción de lo que estaba pasando, su cuerpo no podía negarse a nada, nada de nada.

Intentó corresponder al beso como pudo, otra vez haciendo los movimientos más torpes e inocentes que podría haber echo. Sus manos, que habían permanecido quietas, terminaron apoyándose con ternura en las mejillas del mayor, haciendo el beso más profundo.

El movimiento del otro la sorprendió un poco, aunque lo dejó hacer lo que quiera. Al final de todo, ella estaba disfrutando de esto también.

Sus manos pasaron de sus mejillas a su cuello, aferrándose al mismo, como si quisiera que ese erótico beso nunca se terminara. Su cuerpo estaba sintiendo algo que no sentía hace tiempo: excitación. Ni siquiera podía respirar, el beso era tan asfixiante que no la dejaba ni pensar.

Al sentir las manos del rubio sobre esa zona tan sensible, no pudo soltar uno que otro gemido. Sus brazos no se movían de su cuello, aunque sus piernas cada tanto hacían algunos movimientos, debido a la gran excitación. Intentó recuperar la cordura por unos segundos, aunque fue en vano.

Apenas el mayor se separó, logró respirar más o menos pausadamente, aunque seguía soltando jadeos y gemidos, los cuales parecían no parar nunca.

Los sonidos que la joven emitía le parecieron los más incitantes cantos de sirena que podía llegar a oír, la dulce muchacha estaba sintiendo aquella situación igual o más que él, cosa le hacía subir el termómetro corporal hasta las nubes. Siempre le había elevado enormemente el ego el hecho de que la persona con la que dormía se mostrara satisfecha y apasionada ante sus caricias.

-Chrome… Chrome…- murmuro con una ronca y seductora voz, mientras su boca descendía hasta el inmaculado cuello y comenzaba a besar la piel, la poca cordura que tenía se estaba disolviendo rápidamente con aquel creciente e implacable deseo.
Finalmente sus labios fueron más allá, topándose con la tela de la camisa, y llegaron a una de las blandas prominencias que sus manos acariciaban y que, sin miramientos, comenzó a lamer por sobre la prenda, mordisqueando con ternura el pezón que a esas alturas ya se hallaba bastante endurecido.

-D-D-Dino-san...- Murmuró el nombre del rubio entre los cortos jadeos que le impedían respirar. La vista se le volvía borrosa cada tanto y el sudor comenzaba a ser algo molesto, aunque tampoco era como si le prestara demasiada atención a esos detalles. Hace mucho tiempo que no se acostaba con alguien, y ahora lo estaba disfrutando mucho, tal vez demasiado.

Escuchar que era nombrada por esa seductora voz la hacía estremecer, excitarla
más. Estaba perdiendo la poca noción del tiempo que le quedaba, aunque no era
mucha. Al sentir la boca del Cavallone haciendo maravillas en su pecho, arqueó
su espalda y tiró su cabeza hacia atrás en u movimiento brusco, inesperado para
ella.
-¡D-Dino-san!- Gimió su nombre entre los millones de jadeos y gemidos que salían de sus labios.