A Sweet Halloween with Dokuro Chrome
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A Sweet Halloween with Dokuro Chrome
Un nuevo Halloween se avecinaba para el albino viajero del tiempo. Con este ya serian dos desde que había llegado a este tiempo, y también sería el segundo que festejaría. El primero, obligado prácticamente por Byakuran, su padre y creador, en la mansión Cavallone. Y este al cual fue invitado por parte de su otro padre, Rokudo Mukuro. Más aun así se trataba de un evento mayor al del capo de la familia Cavallone. En este caso la familia Vongola pasaría un fin de semana para festejar dicha festividad en una isla de recreo conocida como “Mafialand”. Había sido invitado por ser hijo del guardián de la niebla, y también por ser pareja de la propietaria del anillo de la niebla Vongola.
El Arcobaleno del sol en persona había acudido a Kokuyoland a entregarles sus invitaciones a su padre y a él. La invitación citaba a que se encontrarían en el aeropuerto para tomar el vuelo hacia la isla y que debían llevar con ellos sus propios disfraces ya que dentro de la isla deberían estar con los trajes puestos en todo momento.
Estaba ansioso por ver qué clase de situaciones se darían en aquel lugar. Es decir, un nuevo lugar que conocer, muchas personas de la familia Vongola y allegados que el desconocía o no había tenido momento de interactuar anteriormente, y el hecho de que fuera Halloween, una festividad donde las personas se disfrazaban y festejaban venerando a sus muertos. Y por sobre todas las cosas, esta sería la primera vez que se darían esas situaciones juntas y él estaría en compañía de su dulce Chrome.
El ansiado día llego aunque todo se diera en contra de sus deseos y expectativas. Desde que se encontró con la ruidosa familia Vongola en el aeropuerto que había visualizado el paradero de su amada novia quien parecía escoltada por un grupo de chicas las cuales después identifico como; Miura Haru-san, Sasagawa Kyoko-san, Ipin-chan, Poison Cooking también conocida como Bianchi-san, y por ultimo un niño muy ruidoso el cual parecía ser el guardián del rayo Lambo-san. Todo este grupo rodeaba a su amada, y por otro lado los guardianes de el sol y la lluvia le rodeaban a él llevándolo junto con el decimo Vongola y el guardián de la tormenta quien parecía algo mal humorado. No pudo más que intercambiar algunas miradas con la pequeña antes de tomar el vuelo, e incluso en él las cosas no quisieron mejorar. Los guardianes gritaban y peleaban mucho, por sobre todo el del sol con el de la tormenta. El viaje fue largo y complicado. Por sobre todo porque el guardián de la tormenta, Hayato Gokudera-san estuvo a punto de volar el avión en mil pedazos con su dinamita de no ser porque el decimo Vongola interfirió en sus peleas.
Llegaron al atardecer y pronto fueron separados los chicos de las chicas y se les asignaron sus cuartos y les pidieron que se pusieran sus disfraces y bajaran al recibidor para comenzar el día. Por desgracia le había tocado compartir habitación con su padre y no con su amada. Por lo que había comprendido los hombres y las mujeres debían de compartir habitaciones distintas, aunque no comprendía del todo porque hacer algo tan contra producente y aburrido. Pero eso le había dado a entender que al fin y al cabo no podría estar tan cerca como quería de su preciada novia y que apenas serian capaces de compartir momentos juntos.
Este año Mukuro había elegido su traje por él, aunque claro, bajo su supervisión. Según su padre era el traje de un militar, un hombre de guerra, un tirano. No le gustaba mucho la idea de los ideales que representaba aquel traje, pero no podía decir lo mismo del aspecto que este le daba. Negros pantalones amplios y botas altas, una camisa del mismo color y varios emblemas y decorativos color rojo o plata, y por ultimo un lindo sombrero a juego.
Bajaron a la recepción donde los escandalosos guardianes de la tormenta y sol discutían sobre cual debía ser el primer lugar el cual visitarían todos, pero al completarse todo el grupo el arcobaleno del sol interrumpió y exigió al tímido decimo Vongola para que decidiera él.
Tartamudeo y rápidamente sus palabras fueron bien recibidas por los miembros de su familia, por lo que todos salieron de la recepción del hotel.
Nuevamente todos estaban dividiéndose en grupos para caminar. Buscó a Chrome con la mirada pero, al igual que la vez pasada estaba rodeada de aquellas chicas.
El Arcobaleno del sol en persona había acudido a Kokuyoland a entregarles sus invitaciones a su padre y a él. La invitación citaba a que se encontrarían en el aeropuerto para tomar el vuelo hacia la isla y que debían llevar con ellos sus propios disfraces ya que dentro de la isla deberían estar con los trajes puestos en todo momento.
Estaba ansioso por ver qué clase de situaciones se darían en aquel lugar. Es decir, un nuevo lugar que conocer, muchas personas de la familia Vongola y allegados que el desconocía o no había tenido momento de interactuar anteriormente, y el hecho de que fuera Halloween, una festividad donde las personas se disfrazaban y festejaban venerando a sus muertos. Y por sobre todas las cosas, esta sería la primera vez que se darían esas situaciones juntas y él estaría en compañía de su dulce Chrome.
El ansiado día llego aunque todo se diera en contra de sus deseos y expectativas. Desde que se encontró con la ruidosa familia Vongola en el aeropuerto que había visualizado el paradero de su amada novia quien parecía escoltada por un grupo de chicas las cuales después identifico como; Miura Haru-san, Sasagawa Kyoko-san, Ipin-chan, Poison Cooking también conocida como Bianchi-san, y por ultimo un niño muy ruidoso el cual parecía ser el guardián del rayo Lambo-san. Todo este grupo rodeaba a su amada, y por otro lado los guardianes de el sol y la lluvia le rodeaban a él llevándolo junto con el decimo Vongola y el guardián de la tormenta quien parecía algo mal humorado. No pudo más que intercambiar algunas miradas con la pequeña antes de tomar el vuelo, e incluso en él las cosas no quisieron mejorar. Los guardianes gritaban y peleaban mucho, por sobre todo el del sol con el de la tormenta. El viaje fue largo y complicado. Por sobre todo porque el guardián de la tormenta, Hayato Gokudera-san estuvo a punto de volar el avión en mil pedazos con su dinamita de no ser porque el decimo Vongola interfirió en sus peleas.
Llegaron al atardecer y pronto fueron separados los chicos de las chicas y se les asignaron sus cuartos y les pidieron que se pusieran sus disfraces y bajaran al recibidor para comenzar el día. Por desgracia le había tocado compartir habitación con su padre y no con su amada. Por lo que había comprendido los hombres y las mujeres debían de compartir habitaciones distintas, aunque no comprendía del todo porque hacer algo tan contra producente y aburrido. Pero eso le había dado a entender que al fin y al cabo no podría estar tan cerca como quería de su preciada novia y que apenas serian capaces de compartir momentos juntos.
Este año Mukuro había elegido su traje por él, aunque claro, bajo su supervisión. Según su padre era el traje de un militar, un hombre de guerra, un tirano. No le gustaba mucho la idea de los ideales que representaba aquel traje, pero no podía decir lo mismo del aspecto que este le daba. Negros pantalones amplios y botas altas, una camisa del mismo color y varios emblemas y decorativos color rojo o plata, y por ultimo un lindo sombrero a juego.
Bajaron a la recepción donde los escandalosos guardianes de la tormenta y sol discutían sobre cual debía ser el primer lugar el cual visitarían todos, pero al completarse todo el grupo el arcobaleno del sol interrumpió y exigió al tímido decimo Vongola para que decidiera él.
“El parque de diversiones podría ser divertido”
Tartamudeo y rápidamente sus palabras fueron bien recibidas por los miembros de su familia, por lo que todos salieron de la recepción del hotel.
Nuevamente todos estaban dividiéndose en grupos para caminar. Buscó a Chrome con la mirada pero, al igual que la vez pasada estaba rodeada de aquellas chicas.
Re: A Sweet Halloween with Dokuro Chrome
Al recibir la invitación de parte de su boss, lo único que hizo fue deprimirse. Ya había ocurrido una ocasión así, en la última Navidad que ellos habían festejado juntos como famiglia en Mafialand.
Había sido espantoso. Lo único que habían hecho era correr por todos lados, que el zoológico esto, que el acuario aquello, que la heladería eso, todo sin dejarla un segundo a solas. Se planteó varias veces rechazar la invitación de una manera cordial, hasta que cierto albino se le vino a la mente. ¿Y si él iba también? Sería la oportunidad perfecta, y teniendo en cuenta el echo de que no se habían visto en bastante tiempo, sería algo parecido a una cita ¿verdad? Al final decidió aceptar la propuesta, todo por su amado novio.
Hizo como la invitación indicaba y se dirigió al aeropuerto, con su maleta en mano. Por suerte no era muy pesada, ya que serían solo unos días y levaría su disfraz puesto la mayoría del tiempo. Ahí comenzó el caos. Tardó solo unos segundos en encontrar a sus amigos, ya que el jaleo que hacían podía escucharse desde la otra punta del establecimiento. Corrió hacia ellos instantáneamente, solo para ser bienvenida por un abrazo por la espalda, cortesía de Haru. Saludó a sus amigos, buscando a Myaku con la mirada. Una vez lo vio llegar, una sonrisa inundó sus labios, y cuando iba a saludarlo terminó siendo arrastrada por las demás chicas, dejádola sin oportunidad.
Luego, llegó la hora del avión, algo que ella desearía borrar de su memoria. Los gritos y constantes peleas hicieron que casi los sacaran a todos, aunque por suerte Reborn logró arreglar la situación. Las horas cada vez pasaban mas lentas y ella comenzaba a desesperarse, queriendo gritarles a todos que se callaran de una vez. Aunque por supuesto, eso no pasó.
Al final, sobrevivió a lo que parecía el último día de su vida y llegó a su asignada habitación, la cual compartiría con las demás mujeres del grupo. La habitación consistía en una cama individual, dos matrimoniales y un sillón-cama frente a una televisión, además de dos armarios y un baño con ducha y bañera. Apenas puso su pie en la habitación, pidió la cama individual y se desplomó en ella.
Lo único que quería era ver a su novio, abrazarlo y caer dormida en sus brazos. Pero lo único que recibió fueron más instrucciones de qué hacer.
Se puso su disfraz de arlequín, el cual consistía en un pantalón ajustado con rombos verticales color rojo y negro, una camisa con el mismo patrón, adornada con un cuello con plumas negras y blancas, y unos zapatos negros algo puntiagudos. Un sombrero negro que se partía en dos, cada punta yendo a cada lado de su cabeza y una máscara del mismo color que únicamente cubría la parte superior de su rostro. Pintó una pequeña lágrima debajo de donde se encontraba la máscara y supuso que ya estaba lista. Estaba orgullosa de ella misma, ya que había hecho el traje con sus propias manos.
Bajó a donde estaban sus amigos y se encontró con el jaleo de siempre. Cuando iba a buscar a su amado para por fin saludarlo, sus amigas volvieron a abalanzarse, sin dejarle oportunidad de escapar. Una vez comenzaron a discutir, decidió ignorarlos unos minutos hasta ver llegar a Myaku. Intercambió un par de miradas con él, admirándolo con su disfraz, hasta que se dio cuenta que Haru jalaba de su brazo para ir al parque de diversiones. Antes de siquiera dirigirle una palabra, fue arrastrada hasta su destino, algo exasperada a este punto del encuentro.
Reborn decidió que lo mejor sería que se separaran en grupos y que cada uno haga lo que quiera, pero que a cierta hora se encontrarían. En seguida intentó localizar a su amado, pero otra vez fue arrastrada por el grupo de chicas antes de que siquiera pudiera hablarle.
Estuvieron un rato subiéndose a distintas atracciones (de las cuales casi vomita en cuatro o cinco) hasta que se cansó y se separó del grupo con la excusa de que debía ir al baño.
Una vez se alejó lo suficiente, se sentó en un banco y respiró profundamente. "Las quiero tanto, pero a veces pueden llegar a ser algo cansadoras"
Tomó su celular del pequeño bolsillo que había adherido al disfraz y buscó señal, aunque fue en vano. -Será a la antigua entonces- susurró para ella misma.
Pidió una lapicera y un pequeño papel en un puesto de atención al cliente y los encargados se las dieron encantados. Escribió en un papel: "Venga a verme en 15 mins. en la rueda de la fortuna -Chrome". Prendió una pequeña llama con su anillo y sacó su caja de arma, Mukurowl, liberándola.
-Llévale esto a Myaku-san, ¿bien? No dejes que nadie más te vea- Besó suavemente la frente del animal y dejó que volara, suspirando suavemente. Comenzó a caminar hacia la rueda de la fortuna, esperando que a su novio le llegue su mensaje a tiempo.
Había sido espantoso. Lo único que habían hecho era correr por todos lados, que el zoológico esto, que el acuario aquello, que la heladería eso, todo sin dejarla un segundo a solas. Se planteó varias veces rechazar la invitación de una manera cordial, hasta que cierto albino se le vino a la mente. ¿Y si él iba también? Sería la oportunidad perfecta, y teniendo en cuenta el echo de que no se habían visto en bastante tiempo, sería algo parecido a una cita ¿verdad? Al final decidió aceptar la propuesta, todo por su amado novio.
Hizo como la invitación indicaba y se dirigió al aeropuerto, con su maleta en mano. Por suerte no era muy pesada, ya que serían solo unos días y levaría su disfraz puesto la mayoría del tiempo. Ahí comenzó el caos. Tardó solo unos segundos en encontrar a sus amigos, ya que el jaleo que hacían podía escucharse desde la otra punta del establecimiento. Corrió hacia ellos instantáneamente, solo para ser bienvenida por un abrazo por la espalda, cortesía de Haru. Saludó a sus amigos, buscando a Myaku con la mirada. Una vez lo vio llegar, una sonrisa inundó sus labios, y cuando iba a saludarlo terminó siendo arrastrada por las demás chicas, dejádola sin oportunidad.
Luego, llegó la hora del avión, algo que ella desearía borrar de su memoria. Los gritos y constantes peleas hicieron que casi los sacaran a todos, aunque por suerte Reborn logró arreglar la situación. Las horas cada vez pasaban mas lentas y ella comenzaba a desesperarse, queriendo gritarles a todos que se callaran de una vez. Aunque por supuesto, eso no pasó.
Al final, sobrevivió a lo que parecía el último día de su vida y llegó a su asignada habitación, la cual compartiría con las demás mujeres del grupo. La habitación consistía en una cama individual, dos matrimoniales y un sillón-cama frente a una televisión, además de dos armarios y un baño con ducha y bañera. Apenas puso su pie en la habitación, pidió la cama individual y se desplomó en ella.
Lo único que quería era ver a su novio, abrazarlo y caer dormida en sus brazos. Pero lo único que recibió fueron más instrucciones de qué hacer.
Se puso su disfraz de arlequín, el cual consistía en un pantalón ajustado con rombos verticales color rojo y negro, una camisa con el mismo patrón, adornada con un cuello con plumas negras y blancas, y unos zapatos negros algo puntiagudos. Un sombrero negro que se partía en dos, cada punta yendo a cada lado de su cabeza y una máscara del mismo color que únicamente cubría la parte superior de su rostro. Pintó una pequeña lágrima debajo de donde se encontraba la máscara y supuso que ya estaba lista. Estaba orgullosa de ella misma, ya que había hecho el traje con sus propias manos.
Bajó a donde estaban sus amigos y se encontró con el jaleo de siempre. Cuando iba a buscar a su amado para por fin saludarlo, sus amigas volvieron a abalanzarse, sin dejarle oportunidad de escapar. Una vez comenzaron a discutir, decidió ignorarlos unos minutos hasta ver llegar a Myaku. Intercambió un par de miradas con él, admirándolo con su disfraz, hasta que se dio cuenta que Haru jalaba de su brazo para ir al parque de diversiones. Antes de siquiera dirigirle una palabra, fue arrastrada hasta su destino, algo exasperada a este punto del encuentro.
Reborn decidió que lo mejor sería que se separaran en grupos y que cada uno haga lo que quiera, pero que a cierta hora se encontrarían. En seguida intentó localizar a su amado, pero otra vez fue arrastrada por el grupo de chicas antes de que siquiera pudiera hablarle.
Estuvieron un rato subiéndose a distintas atracciones (de las cuales casi vomita en cuatro o cinco) hasta que se cansó y se separó del grupo con la excusa de que debía ir al baño.
Una vez se alejó lo suficiente, se sentó en un banco y respiró profundamente. "Las quiero tanto, pero a veces pueden llegar a ser algo cansadoras"
Tomó su celular del pequeño bolsillo que había adherido al disfraz y buscó señal, aunque fue en vano. -Será a la antigua entonces- susurró para ella misma.
Pidió una lapicera y un pequeño papel en un puesto de atención al cliente y los encargados se las dieron encantados. Escribió en un papel: "Venga a verme en 15 mins. en la rueda de la fortuna -Chrome". Prendió una pequeña llama con su anillo y sacó su caja de arma, Mukurowl, liberándola.
-Llévale esto a Myaku-san, ¿bien? No dejes que nadie más te vea- Besó suavemente la frente del animal y dejó que volara, suspirando suavemente. Comenzó a caminar hacia la rueda de la fortuna, esperando que a su novio le llegue su mensaje a tiempo.
Chrome Dokuro- Mafioso de bajo nivel
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Re: A Sweet Halloween with Dokuro Chrome
Caminaba con el grupo de chicos tras salir de una larga montaña rusa, le llamaba la tención que todos hubieran estado tan atraídos y entusiasmados por ese juego, a excepción del decimo que parecía temerle a todas las propuestas. Notó con interés que su padre había desaparecido y se tomo un momento para cerrar los ojos y prestar atención a la energía que cada persona desprendía en aquel lugar notado así la de Mukuro junto con la de Byakuran, quien él no sabia previamente que se encontraría en aquella isla también. Noto las débiles llamas de algunas personas, así también como la fuerte aura del arcobaleno del cielo y otros arcobalenos quienes parecían no encontrarse exactamente en ese lugar, y lejos por las costas de la isla percibió a los miembros de Varia. Chrome era su objetivo principal en esa búsqueda pero antes de poder quitarle atención a las energías más poderosas fue llamado por los miembros de la familia Vongola para que no se quedara atrás. Abrió los ojos molesto y lo fulmino con la mirada de manera inconsciente a todo aquel que le estuviera viendo. Continuó caminando tras los Vongola nuevamente cerrando los ojos en busca de su amada siendo esta vez desconcentrado por las llamas del Mukuoul quien volaba por sobre su cabeza.
-Iré al baño- Dijo seriamente al primer Vongola más cercano y antes de que le dijera algo dio media vuelta y se alejo escuchando una advertencia de cuidado.
Se alejo a pasos rápidos con las manos guardadas en las bolsas de sus pantalones negros, buscando con cuidado un lugar apartado donde pudiera utilizar sus llamas para cubrir la entrega de lo que seguramente sería un mensaje de su querida novia. Fue hasta donde había un espacio verde para descansar y se paro bajo el árbol donde el búho lo esperaba y recibió la nota tras haberla vuelto invisible con una ilusión. La leyó con cuidado y atesoro dentro de su chaqueta, dio las gracias al ave y comenzó a caminar hasta el primer espacio de atención que encontró, solicitando un mapa. No tardo nada en ubicarse y prácticamente correr hacia donde había pactado con la pequeña, siquiera le costó divisarla a lo lejos, incluso estando ella disfrazada podía simplemente fijar su vista en ella y olvidar al resto de las personas en el lugar. Se enderezó y camino con elegancia hacia donde su niña se encontraba tomándola por sorpresa al atrapar una de sus manos con las propias y besarla con delicadeza.
-Amada mía- Saludo con cortesía -No sabes el gusto que me da al fin poder tenerte para mí- Agrego con notable alegría y luego preso de sus emociones se inclino para rodearla con sus brazos y besar sus labios con cuidado de no correr el maquillaje de la pequeña
-Iré al baño- Dijo seriamente al primer Vongola más cercano y antes de que le dijera algo dio media vuelta y se alejo escuchando una advertencia de cuidado.
Se alejo a pasos rápidos con las manos guardadas en las bolsas de sus pantalones negros, buscando con cuidado un lugar apartado donde pudiera utilizar sus llamas para cubrir la entrega de lo que seguramente sería un mensaje de su querida novia. Fue hasta donde había un espacio verde para descansar y se paro bajo el árbol donde el búho lo esperaba y recibió la nota tras haberla vuelto invisible con una ilusión. La leyó con cuidado y atesoro dentro de su chaqueta, dio las gracias al ave y comenzó a caminar hasta el primer espacio de atención que encontró, solicitando un mapa. No tardo nada en ubicarse y prácticamente correr hacia donde había pactado con la pequeña, siquiera le costó divisarla a lo lejos, incluso estando ella disfrazada podía simplemente fijar su vista en ella y olvidar al resto de las personas en el lugar. Se enderezó y camino con elegancia hacia donde su niña se encontraba tomándola por sorpresa al atrapar una de sus manos con las propias y besarla con delicadeza.
-Amada mía- Saludo con cortesía -No sabes el gusto que me da al fin poder tenerte para mí- Agrego con notable alegría y luego preso de sus emociones se inclino para rodearla con sus brazos y besar sus labios con cuidado de no correr el maquillaje de la pequeña
Re: A Sweet Halloween with Dokuro Chrome
Se sentó en una banca frente a la atracción y soltó un suspiro. Lo único que deseaba era que el mayor pudiera volver lo más pronto posible. A decir verdad, se empezaba a sentir algo sola, y le molestaba.
Comenzó a mirar un poco el lugar y las personas a su al rededor. Todo tenía un aire pintoresco y alegre, algo que no se veía todos los días. Mucha gente estaba disfrazada, por lo que era difícil intentar reconocer a alguien. Suspiró un a vez más y decidió que lo mejor sería simplemente esperar a que la encontrara. No tenía demasiadas opciones de todos modos.
Luego de unos minutos esperando, se sorprendió al sentir que alguien tomaba su mano, por lo que se dio vuelta para encontrarse con su novio besando el dorso de su mano. Una sonrisa inundó su rostro, mientras sus mejillas se volvían de un tono carmín. Antes de decir algo, escuchó las palabras del mayor y se sintió halagada de tener una pareja tan maravillosa.
Correspondió al beso que el albino le propinaba, disfrutando cada segundo del contacto, pasando sus brazos por el cuello del más alto. Una vez se separaron, lo hizo agacharse un poco para poder besar su frente tímidamente.
-Siempre es un gusto tenerlo cerca, Myaku-san- Respondió en voz baja, cerca de su oído. Lo soltó y lo miró con curiosidad, era la primera vez que podía admirarlo con su disfraz tan de cerca. -Se ve muy bien disfrazado- Remarcó con una pequeña sonrisa.
Comenzó a mirar un poco el lugar y las personas a su al rededor. Todo tenía un aire pintoresco y alegre, algo que no se veía todos los días. Mucha gente estaba disfrazada, por lo que era difícil intentar reconocer a alguien. Suspiró un a vez más y decidió que lo mejor sería simplemente esperar a que la encontrara. No tenía demasiadas opciones de todos modos.
Luego de unos minutos esperando, se sorprendió al sentir que alguien tomaba su mano, por lo que se dio vuelta para encontrarse con su novio besando el dorso de su mano. Una sonrisa inundó su rostro, mientras sus mejillas se volvían de un tono carmín. Antes de decir algo, escuchó las palabras del mayor y se sintió halagada de tener una pareja tan maravillosa.
Correspondió al beso que el albino le propinaba, disfrutando cada segundo del contacto, pasando sus brazos por el cuello del más alto. Una vez se separaron, lo hizo agacharse un poco para poder besar su frente tímidamente.
-Siempre es un gusto tenerlo cerca, Myaku-san- Respondió en voz baja, cerca de su oído. Lo soltó y lo miró con curiosidad, era la primera vez que podía admirarlo con su disfraz tan de cerca. -Se ve muy bien disfrazado- Remarcó con una pequeña sonrisa.
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