25 de diciembre fum fum fum ... (8) (Para Squalo)

Bueno, como no se me ocurría un título decente, le tuve que poner una frase de un villancico

Para Squalo-san, con cariño

Advertencia: fluff y un poco de ooc. También es el primer fic no hetero que escribo en mi vida, así que es yaoi bien suave y puede ser medio fail, aguántenmelo porfis

Formato word: 3 páginas

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Era la mañana del 25 de diciembre ese año. En la mansión Varia no se escuchaba ningún ruido, ni siquiera un ratón. O por lo menos así era hasta que un grito alborozado despertó a todos sus habitantes

-¡VOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOIII! ¡Cayó mucha nieve anoche!- decía jubiloso el segundo al mando de los Varia, complacido al ver por su ventana los jardines y sus alrededores cubiertos por un grueso manto blanco. Después de todo, la nieve era lluvia congelada, y eso era una de las razones de por que le gustaba.

A grandes zancadas se dirigió a su vestidor para salir a gozar de la nieve. Una vez vestido, quiso buscar su usual abrigo… abrigo que no encontró, y en su lugar estaba un largo abrigo, muy parecido al del bronco, a diferencia que éste era blanco y con detalles más suaves y peludos, adornado con un enorme listón de regalo de color rojo y oro

-¿¿¿¿¡¡¡¡ Pero que mierda es esto????!!!! – dijo indignado, lanzando lejos la ofensiva prenda

-¿No te ha gustado lo que Santa te trajo, Squ-chan?- decía una afeminada voz saliendo de una cabeza que se asomaba por la puerta del vestidor –Tu antiguo abrigo ya estaba muy viejo y raído, así que Santa lo tiró y decidió darte uno nuevo. ¡Ah! Antes de que se me olvide, Santa también se deshizo de tu abrigo de cebra

Dio un gruñido de frustración y se puso el abrigo a regañadientes, quitándo el listón de un tirón, pasa luego tirarlo al suelo, pisotearlo y mandarlo a volar a patadas. Cuando saliera tendría que asegurarse de que nadie lo viera, ni siquiera el jefe

En especial el jefe

-Squ-chan, no olvides tus orejeras y tu bufanda- le dijo, medio ahorcándolo con una gruesa bufanda de angora y poniéndole unas orejeras, que no quiso ni molestarse en ver como lucían, solo quería salir y disfrutar la nieve

Salió al jardín y respiró el aire helado. Se sentía realmente bien. Pero pasado un rato empezó a sentirse increíblemente aburrido. No era lo mismo estar entre toda esa blancura sin alguien a quien patearle el trasero con bolas de nieve

Suspiró algo contrariado. Sí que se moría de ganas de estar con alguien para “jugar”, pero ese pensamiento se contraponía con el pensamiento de la infinita vergüenza que sentiría si lo viesen en esas fachas

Hasta que una bola de nieve pasó rozando su rostro, sacándole de sus pensamientos

-¡¡¡¡VOOOOOOOOOOOOOOIII!!!! ¡¿Pero qué te has creído maldito… jefe?- Dijo con los ojos abiertos de par en par

-Basura de conejo- respondió el fríamente, obviamente disgustado por no haberle atinado

-¿Conejo?- parpadeó sorprendido, y se tanteó la cabeza. Dos largas orejas de conejo salían de cada lado de las (ahora lo supo) peludas orejeras “El maldito pedazo de marica me las va a pagar“ maldijo para sí mismo

Luego, otra bola de nieve amenazó con pegarle, pero falla, seguido por un apenas audible “estúpida basura de conejo camuflado” proveniente del moreno

Sonrió maliciosamente. Después de todo este tiempo recibiendo de lleno todo lo que le aventaba el moreno, por fin le había llegado el turno de devolverle el favor. Así que moldeó una bola de nieve con ambas manos y se la arrojó directo a la cara. El moreno se limitó a atajar el proyectil con una mano y derretirlo al instante

-¡Voooooooooooiiii, estúpido jefe, eso va contra las reglas!- le grita apuntándole acusadoramente con un dedo

-Ya deberías saber basura inútil, que siempre se juega con MIS reglas- le responde acercándose a él, como si fuera a decirle algo más, pero deteniéndose a escasos metros para patear el árbol sobre el tiburón, haciendo que una gran masa de nieve lo tumbara de golpe

-Voooooooooooooooiiii, ¡¿Y por qué mierda fue eso?!- preguntó el peliplata una vez que logró sacar la cabeza de su blanco entierro

-Porque las basuras como tú me sacan de quicio- respondió con una mueca similar a una siniestra sonrisa al ver a su subordinado como una indefensa víctima

-Ya verás estúpido jefe, ¡Atacco di squalo!- gritó enardecido, ya libre, blandiendo su espada, moliendo un pedazo del techo del castillo, haciendo una pequeña avalancha que derribó al moreno. Avalancha que también lo derribó a él mismo, por estar cerca. Obviamente esto último no se lo esperaba

Se sacudió la nieve y los escombros de la cabeza, para luego darse cuenta de la comprometedora posición en la que ambos habían quedado

-¡¡¡¡VOI, estúpido jefe, quítate de encima!!!!- atinó a decir, más que un poco sonrojado

-Cállate inútil, vas a provocar otra avalancha- le gruñó sin moverse de su posición, aparentemente muy cómodo. Acción que provocó que el otro gritara indignado, haciendo que un poco de nieve le cayera en la cabeza

Agitó la cabeza para sacarse la nieve una vez más, solo para darse cuenta que su rostro estaba a escasos centímetros del rostro del moreno, que lo miraba intensamente con sus ojos como carbones encendidos

Ya sabía lo que venía ahora, así que tragó saliva, apretó los ojos y contuvo el aliento en expectación, anticipando lo que iba a venir

Hasta que una voz afeminada les llamó desde el interior del edificio

-Vengan todos a tomar el desayuno navideño lleno de amore que les preparé- dijo el peliverde melodiosamente, luciendo el delantal nuevo que Santa le había traído

-¡Cállate, pedazo de marica! ¿No ves que estamos ocupados? – Dijo el pelilargo con todo lo que le daban los pulmones, ganándose una porción extra de nieve en la cabeza. El otro sólo se incorporó sin decir palabra, y entró

El peliplata no pudo más que quedársele mirando boquiabierto mientras se alejaba, ¿acaso lo estaba ignorando?, reaccionando un momento después para entrar también. Y una vez adentro, escondió el abrigo, la bufanda y las orejeras lo mejor que pudo

El desayuno, aunque era animado como todas las navidades que habían pasado juntos, se sentía algo diferente. Tal vez era porque el día estaba especialmente frío, y todo el mundo estaba buscando combatirlo con leche caliente o alcohol, abrigos y galletas de gengibre o pasteles (entre otras maneras no tan inocentes), o porque sentía la mirada de su jefe no se le apartaba de encima. Y eso que le había ignorado antes

-¿Y Santa te trajo lo que le pediste, pez?- dijo un aún somnoliento Belphegor, sonriéndole abiertamente sin ocultar el sarcasmo que iba en su pregunta

-Lo que me trajo no tenía NADA que ver con lo que yo quería- le vociferó, (haciendo la nota mental de que después tenía que ir a ver si es que había algo bajo el árbol para él) a lo que el rubio solo se limitó a bostezar, reírse bajito, pero lo suficiente alto para que su superior lo oyera, y seguir tomando holgazanamente su desayuno

El albino sintió la dura mirada de Xanxus sobre él. Le miró y éste le desvió la mirada, bebió un trago del whisky que tenía en su mano, le miró con disgusto y se lo arrojó a la cara. En el lenguaje de Xanxus eso era como decir algo como “eso era un regalo para mí, basura”

Era el lenguaje que ambos entendían, su pequeño secreto, y de sólo recordar que así era, le sacaba una sonrisa al tiburón

Una vez terminado su desayuno, El moreno pasó por su lado, y le susurró tres palabras antes de irse

Conejo. Arriba. Ahora.

Sí, ese era un mensaje que sólo él podía comprender

A menos que fueras un genio, como lo era cierta persona

- ♪ Un conejito muy picarón… ♪ shishishishishi

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Fin! ^^

¡¡¡CSM!!! *Se le tira encima y la bota al suelo*
Me fui a la mierda ¡¡¡GRACIAS GRACIAS GRACIAS!!! *La estruja muy ferte*

Es tan... Navideñisticamentevaria *OOOOO*!!!!!
*Ama todo lo que tenga la palabra "Basura" escrtio* KYaaaa

Es justamente lo que quería
Y no, no te quedó ooc... PARA NADA *O*

Lo que mas amé, LEJOS fue "Conejo. Arriba. Ahora."
*Imaginación de Fangirl Fujoshi al limite*

Graaaaaaaacias *Q*