[RETO] Perdiendo la virginidad (Con Myaku)

Recuerdo del primer mensaje :

¿Cómo había llegado a esto? Simple, había ido a una fiesta con sus amigos y tomó de más, y había sido tan tonta como para hacer una apuesta con Haru. Una PERVERTIDA apuesta. ¿Y cuál había sido esta apuesta? Esta: Quién podía perder la virginidad primero. Había varios problemas: Con quién, cómo, y cómo lograr que alguien se acueste con ella.
Chrome siempre pensó que el sexo era un acto de amor que debía ser respetado y solo practicado con la gente que uno ama, pero... ¡Jamás pensó que lo haría por una estúpida apuesta! Claro que amaba a alguien (con cabello de piña y un ojo rojo), pero no sabía si él haría eso con ella.

-No puedo creerlo...- Se puso una mano en la frente, preocupada y algo sonrojada, caminando hacia Namimori. Reborn sabía de la apuesta y le dijo que vaya a la escuela, probablemente encontraría a alguien con quien ''ganar'' la apuesta.

-¿Lo estoy?- Pregunto extrañado tocándose ligeramente una de las mejillas preguntándose a si mismo como se vería -No... No lo note- Dijo por lo bajo evitándole la mirada a la niña

En caso de estar sonrojado, le apenaba realmente que le viera de esa forma. No sabia por que lo estaría y le parecía confuso. aunque encontrándose acompañado por tal pequeña y adorable joven no parecía tan ilógico que lo estuviera.

-Chrome-san prueba tu de mi postre- Sugirió tratando se salir de aquel extraño tema

Corto la punta del pastel con el tenedor y tomo a la joven del menton con delicadeza para ofrecerle el postre

La menor rió levemente, el muchacho era increíblemente
tierno y dulce, cosa extraña encontrar en un chico, aunque debía admitir que
era algo que le agradaba de sobre manera.

Se quedó mirando al albino frente a ella, realmente era muy guapo, y
seguramente tendría una novia, seguramente luego preguntaría.

Salió de su trance al notar un icreíblemente dulce sabor en su boca. Quitó el
tenedor con cuidado de su boca y masticó y degustó el postre, sin notar el
tierno carmín en sus mejillas.

Sonrió entretenido mirándole comer notando como sus mejillas se encendían con suavidad.

-Chrome-san eres tu la sonrojada ahora- Comento entretenido extendiendo su mano para acariciar una de sus coloradas mejillas.

Su piel era tan delicadamente suave que el tacto con ella le pareció incluso mas delicioso que aquellos postres. Se quedo mirandola embobado por la ternura de la niña hasta que noto su propio estado y alejo la mano de su rostro.

-Chrome-san eres una niña tan... Tierna- Dijo riendo nerviosamente apresurándose a probar su trozo de pastel -Tu novio seguramente es muy sobreprotector-

Al escuchar de los labios del mayor que ahora ella era la de las mejillas sonrosadas, su sonrojo creció aún más, haciendo que ella se averguence de ello.

Sintió la mano del albino en su mejilla y sintió como si todo desapareciera y solo quedaran ellos. Aunque ese pensamiento fue fugaz, ya que en seguida él retiró su mano.

Bajó la mirada al escuchar su voz, y dijo algo apenada (y completamente sonrojada). -La verdad... No tengo novio...-

Se quedo de piedra al escuchar la respuesta y luego tocio suavemente, atragantado con la comida que había tratado de tragar sin siquiera masticarla por la impresión. Tras tragar correctamente tomo su batido y le dio un sorbo para aliviar aquella tos.

-¿De-De veras?- Pregunto extrañado y sorprendido mirando a la joven con interrogante expresión -Es que... Lo digo en cerio, eres muy atractiva, es impensable que estés sola-

Se sintió algo cohibido ahora que sabia que podía tener alguna chance con alguien como ella y pronto supo que aquel era el peor lugar para que estuvieran juntos, ya que si deseaba al menos declararse correctamente no podría hacerlo frente a menuda cantidad de gente.

Ahora ella casi se atraganta. Nunca había recibido un cumplido, y no esperaba hacerlo. ¿De verdad le había dicho atractiva? ¿No era solo un sueño? ¿Una broma tal vez?

Suspiró, intentando tranquilizar sus nervios. Seguramente estaba exagerando. Sí, exacto, exagerando.

-Yo... Yo no soy atractiva, aunque agradezco el cumplido.- Soltó una pequeña risita, con sus mejillas coloradas. -Aunque yo pienso que Myaku-san es realmente tierno.- Le dedicó una sonrisa, ella no estaba mintiendo.

-No te menos precies por favor- Pidió estirando su mano para acomodar su cabello tras su oreja -Para mi eres una de las mujeres mas bellas que he visto en mi vida- Dijo con certeza mirándole con cariño al ojo -Simpática, amable, bondadosa- Enumeraba lentamente perdido en el brillo de su ojo.

Pronto pareció como si la gravedad estuviera a su favor, y poco a poco se acerco a la joven. Para cuando se dio cuenta estaba realmente cerca de su rostro, y su mente parecía empecinada en acercarse aun más. Miro preocupado al ojo de Chrome, y se alejo un poco apenado

-Lo-Lo siento... Me estoy comportando muy invasivamente, lamento si te incomodo- Murmuro -No... No se que pasa con migo- Continuo tras un suspiro -¿Quieres que vallamos yendo?- Pregunto algo triste aun apenado por su extraño comportamiento

¿De verdad él la consideraba simpática? ¿De verdad él la consideraba bondadosa? Ella nunca había tenido muchos amigos, por lo que toda su vida pensó que algo malo ocurría con ella. ¿Entonces ella tenía alguna oportunidad de ser querida por alguien? Le sonrió con sinceridad, esas palabras la habían echo enormemente feliz.

Cerró su único ojo sano un momento para tranquilizar sus alborotados sentimientos, y cuando los abrió, se encontró con el mayor a una distancia mínima de sus labios. Por supuesto ella no hizo más que sonrojarse ante esa acción, y esperar el anhelado beso. Aunque este nunca llegó.

Le costaba admitirlo, aunque ella quería ese beso. -A-Ah... Yo...- Tragó saliva, en un intento de juntar valor, y junto sus labios en un acto brusco pero dulce. Bien, eso había sido apresurado, ¡aunque había sido culpa de él! No podía ilusionarla así y luego separarse.

Se quedo viéndola sorprendido. ¿Acaso eso era real? Por que si era alguna clase de ilusión no quería que terminara. Entrecerró los ojos sintiéndose profundamente observado, escucho por lo bajo los suspiros y cuchicheos de las chicas de la mesa de atrás, lo cual le hico sentir aun mas extraño. La pequeña Chrome se separo delicadamente de él mirándole con una infinita ternura.
Alzo su brazo y acaricio la mejilla de la joven con cariño y luego le devolvió el beso tan delicadamente como si del ser mas delicado y precioso del mundo, ya de así era como él la veía a ella.
El beso era increíblemente dulce, por primera vez experimentadaza aquella acción que tanto se repetía en las películas y libros, aquella muestra de cariño o amor, tan increíble, tan perfecto. Nunca hubiera creído que los libros no exageraran ni un poco al describir el beso como una muestra perfecta de cariño. Sentía, como en aquellas historias, su corazón acelerarse y sus sentidos agudizarse, su mente de perdía en un mar de sentimientos extraños y nuevos para él. Se sintió increíblemente dichoso de conocer a la pequeña ilusionista.

Luego de lo que fue aparentemente un minuto, la más pequeña se separó, con las mejillas tan rojas que podría superar un tomate. ¿Había sido demasiado brusca? ¿O-O muy apresurada? Ya no sabía ni qué sentía, solo podía escuchar el latido de su corazón desbocado.

-Y-Yo... Um...- Intentó articular alguna palabra, aunque solo salieron balbuceos. -Pe-Perdón por eso, Myaku-san, yo... Yo solo...- Ya no podía ni hablar de los nervios, y que el otro no emita ningún sonido la ponía peor. Seguramente él simplemente se había dejado llevar para no hacerla sentir mal. Ese pensamiento le había dolido, aunque había salido de su propia cabeza.

Le costaba admitirlo, pero se había enamorado del albino. Con él sentía cosas incluso más fuertes que con su querido Mukuro. Bueno, al fin y al cabo, él era su 'hijo'. Ahora que lo pensaba, ¿tenían que ver sus sentimientos con Mukuro? No tardó en saber la respuesta: No. Myaku era mucho más dulce, más tierno, mucho mejor (o al menos para ella). Sí, definitivamente, estaba enamorada del mayor.

Estuvo tanto tiempo pensando en sus propias cosas que se había olvidado de que estaba en frente de su compañero todo el tiempo.

Se irguió en su silla mirando atónito a la más pequeña. La escucho tartamudear y no pudo mas que suspirar levemente y acariciar su mejilla con cariño mirándola enternecido.

-Chrome-chan eso fue... Lo mas increíble que eh vivido en mi vida- Murmuro sonrojándose nuevamente -Realmente fue una de las cosas mas hermosas que me han pasado- Confeso desde el fondo de su ser

Se quedo mirándola por lo que sintió un largo rato. Es que en el fondo de si estaba comenzando a comprender lo que su cuerpo y mente trataban de decirle. Todo era nuevo para Myaku después de todo. Había vivido tantos años apartados de la sociedad, y tantos otros sirviendo a Byakuran, que las únicas ideas que tenia de la vida provenían de gruesos libros y diccionarios. Se sintió a gusto al encontrarse identificado con las ideas de ciertos personajes ficticios, por primera vez sintió que parecían reales, ya que se sentía como ellos.
Salio de sus pensamientos cuando sintió una extraña vibración a la altura de su cadera, y luego la conocida tonada de su celular, lo atendió sin pensarlo dos veces y escucho al otro lado la voz de Rokudo Mukuro hablándole falsamente amble. El cabello de su nuca se erizo y rápidamente se tenso en su silla escuchando las palabras de su padre.

-Lo-Lo siento- Fue lo único que alcanzo a decirle antes de que cortara la comunicación, miro asustado a la joven Chrome y nuevamente se vio obligado a disculparse -Lo siento Chrome-chan mi padre parece estar enojado con migo- murmuro apenado -Será mejor que vuelva a Kokuyo ahora- Explico triste guardando el celular para sacar en su lugar su billetera y hacer una seña a la camarera -Realmente lo siento- Volvió a disculparse apenado -Pero encontrare la forma de verte mañana- Prometió con una gran sonrisa en su rostro.

Dejo el dinero sobre la mesa y se paro algo nervioso. Ahora que lo pensaba no estaba seguro de como seria correcto despedirse de la niña, así que acaricio su mejilla con suavidad y luego deposito un dulce beso en su frente al tiempo que susurraba un "adiós"

Las palabras del albino la dejaron sin habla, ¿de verdad él lo había disfrutado? ¿De verdad el mayor correspondería a sus sentimientos? Tragó saliva, con sus emociones desbordándose. ¿Él estaría con ella? ¿De verdad? ¿No le mentía? Miles de preguntas sin respuesta se formaban en su cabeza, aunque nada salía de su boca.

¡Estúpida timidez! Se maldecía a ella misma, con el color de sus mejillas subiendo más y más a cada segundo. Abrió la boca para decir algo, aunque apenas sintió el leve ruido de la vibración, cerró el pico. Escuchó a su compañero, entre su embrollo emocional, y solo atinó a asentir con la cabeza, algo deprimida. ¿Tenía que irse ya? ¿Luego de eso?

Dejó que besara su frente, lo cual le quitó una leve sonrisa, y lo vio irse. Su corazón se detuvo un segundo para luego latir con aún más fuerza. Un pequeño suspiro de cansancio se le escapó de los labios. Se paró y decidió que lo mejor sería dar un paseo para distraerse e intentar olvidar que estaba extrañando a alguien en ese mismo instante.

Su primer beso... Había sido mejor de lo que había pensado. Fue dulce, tierno. Como ella siempre había querido. Aunque tampoco es como si lo hubiera imaginado muchas veces de todos modos. -Al final... Lo disfruté bastante.- Soltó una pequeña e inocente risita, mientras sus mejillas se tornaban nuevamente coloradas.

Al salir de la tienda busco rápidamente donde esconderse y en un rápido movimiento libero a su oveja de la niebla de su caja para ordenarle que le guiara a Kokuyo.
Claro que Mukuro no estuvo nada feliz cuando le vio, su mal sentido de la orientación esta volviéndose un problema importante para su padre y parecía que no estaba dispuesto a soportarle más.
La primera noche tras conocer a Chrome fue pesada, dolorosa incluso en algunos sentidos. Parecía que no podía conciliar el sueño bajo ninguna circunstancia, su mente recreaba imágenes y calidas sensaciones se extendían por su cuerpo al tiempo que suspiraba contento por su buena fortuna. Estaba ansioso por poder volver a verla al día siguiente.
Por la mañana las grisáceas ojeras bajo sus ojos se hicieron presentes, poco le importo, esperaba a que terminaran las clases para correr a buscarla, pero en cuanto se puso en pie Ken y Chikusa aparecieron a sus lados y lo arrastraron prácticamente a Kokuyo donde lo vigilaron para que no se les escurriera de las manos.
Fue realmente tortuoso para el albino sobrevivir a los días que le siguieron. Lo llevaban estrictamente a Kokuyo y le advertían que no saliera por nada del mundo por que se hacerlo se encontraría con la furia de su padre.
Trataba de despejar su mente leyendo, pero siquiera sus fieles amigas de tinta podían ayudarle con su insoportable necesidad de ver a la pequeña y adorable Chrome.
Pasaron así cinco tortuosos días, hasta que en la noche del sexto día desde que la había visto exploto. Llevaba un buen rato caminando de un lado a otro en su cuarto y realmente no lo soportaba mas, estaba de tan mal humor que al invocar a su oveja de la nube esta misma apareció intoxicada por sus negativas llamas.

-Nevia llévame a donde sea que se encuentre Dokuro Chrome- Ordeno molesto sin siquiera pensar que ya habían pasado las doce de la noche

Apenas llegó al pequeño apartamento donde estaba viviendo, suspiró. No había sido fácil conseguir un hogar luego de que Mukuro la echara, aunque lo había logrado de todas formas. Se acostó en el sillón del medio de la sala, mirando hacia el techo, pensando en lo ocurrido. Al final, se terminó durmiendo, sin siquiera cambiarse de ropa.
Cuando se despertó, se frotó los ojos y miró la hora, soltando un pequeño grito. ¡Había dormido un día entero! ¡Un día! Suspiró y se puso una mano en la frente, estezarse solo le haría peor.

Los últimos días fueron fatales para la pequeña ilusionista. No podía dejar de pensar en Myaku, y como no encontraba una manera de hablarle sin morir de vergüenza o nervios, no había ido a visitarlo. Había dormido demasiado en ese tiempo, cosa extraña en ella. Probablemente solo estaba esperando que pase el tiempo, hasta poder ver al albino nuevamente.

Cinco días. Terminaron pasando cinco días y ella estaba desesperada. ¿Y si no lo veía más? ¿Y si él no volvía a su vida? Se le puso el ojo lloroso al pensar en eso, ella no quería estar lejos de él. Miró la hora y soltó un largo suspiro, ya había era de madrugada. ¿Qué haría ella si el mayor la abandonaba? ¿Caería en depresión? Un pequeño sollozo se escapó de sus labios, no quería quedarse sin él, no una vez que había descubierto lo que sentía.

Luego de un rato de sus depresivos pensamientos, logró sentir una llama cerca. Aunque no le dio importancia, seguramente simplemente era algún guardián o quién sabe, algún Varia. Un suspiro se escapó de su boca, mientras cerraba los ojos nuevamente, quizás lo mejor sería dormir.

Se aseguro de volverse invisible al igual que a su oveja y se incorporo un par de alas en la espalda para poder seguir a su mascota a donde fuera. En el cielo las grises nubes brillaban por la luna, hacia frió y a la altura a la que él volaba parecía helar, incluso una ligera escarcha quedo atrapada a lo largo de su capa y cabello. Aun así no sentía frió, el constante aleteo mantuvo su cuerpo estable, a excepción de sus extremidades.

-¡Nevia apúrate!- Se quejo viendo a la molesta oveja obedecer

Su cuerpo temblaba violentamente, se encontraba tan ansioso y al mismo tiempo tenia tanto miedo ¿Que pasaría si Chrome estaba enojada con él? ¿Que tal si ni siquiera quería volver a verle? ¿Y si solo él sentía esta clase de sentimientos? Es que había leído tantas novelas llenas de engaños e incertidumbres que todo parecía posible en su mente. La redonda oveja se paro sobre un edificio y balo para comunicarle a su dueño el lugar donde la joven se encontraba.
Primero se sintió muy nervioso, no supo si era correcto irrumpir en su casa, pero tras tomar una gran bocanada de aire se decidió a que seria la mejor idea.
Le dio las gracias al lanudo animal y lo devolvió a la caja bajando hasta la ventana del apartamento de la niña y sin más hizo que se abriera e irrumpió en el lugar de manera majestuosa tal cual un ángel alado.

-Chrome-chan- La llamo prácticamente en un susurro, se veía tan hermosa que apenas podía creerlo, la visión de ella era millones de veces mejor que los recuerdos en su mente

Se mantuvo inmóvil hasta que la pequeña se levanto, entonces arrugo su rostro conmovido y al mismo tiempo alegre por lo angustiante que había sido no verla y sin previo aviso la abrazo

Abrió el ojo al escuchar un ruido, levantándose, algo sorprendida por lo que tenía ante sus ojos. ¿De verdad él estaba ahí? Al sentir los brazos del mayor sobre ella, supo que sí. Correspondió al abrazo, ignorando los restos de escarcha que estaban comenzando a derretirse, haciendo que se mojen un poco. Apoyó su cabeza en el pecho del chico y soltó un largo suspiro, aunque era más de alivio que otra cosa.

Levantó la mirada y le dedicó una tierna sonrisa, dándole un beso en la mejilla. -Estos días lo extrañé mucho, Myaku-san...- Volvió a abrazarlo, con un pequeño sonrojo en sus mejillas. Seguramente la felicidad que sentía en ese momento, no podría ser explicada con palabras.
Sonrió una vez más y se puso de puntillas para llegar a sus labios, besándolos suavemente. Tal vez había sido algo impulsiva, pero había estado esperando hacerlo desde que se habían separado hace solo cinco días. Se separó, con un rubor tiñendo sus mejillas. En el mismo instante, volvió a abrazarlo, no quería estar lejos de el albino un segundo más.

La calidez del cuerpo de la menor parecía quemar su cuerpo, pero le hacia sentir tan a gusto que no deseaba separarse de ella, no ahora que la tenia en brazos al fin. Se inclino un poco para que la diferencia de alturas no fuera tanta y se vio sorprendido al recibir un calido beso en su mejilla. Entonces ¿Estaba en un error? ¿La menor no estaba enojada con él?
Estaba anonadado por sus ideas, perdido como siempre, pero en sus brazos esta vez reposaba un adorable ángel que enternecedora como la más bella criatura osaba de besarle y devolverle a la realidad que tanto le gustaba.

-Lamento venir tan de repente, pero no podía aguantarlo mas- Murmuro acomodando su mejilla contra el cabello de la niña

Se separo minimamente de ella, y tomo su mentón suavemente con la mano para alzarlo y besarla con cariño.

-Yo también te extrañe mucho- Murmuro cerca de los labios de Chrome antes de sonreír emocionado y volver a besarla con deseo

No quiso abusar de la situación. Pero parecía alguna especie de adicción, tras el primer beso se sintió tentado y deseoso de poder volver a poseer aquellos sonrosados y perfectos labios. Le daba besos cortos pero eran tan deliciosos y significativos para él.

Se sentía en el cielo, un cielo totalmente cálido y dulce, que no le ofrecía más que felicidad. Podía sentir perfectamente cómo su corazón saltaba de un lado a otro, aunque eso fuera físicamente posible. A diferencia de antes, sus mejillas simplemente estaban levemente sonrosadas, no como en su último encuentro. No tenía razones para estar avergonzada, menos frente al albino.

Pasó tímida y lentamente sus brazos al rededor del cuello del mayor, con algo de nerviosismo, no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien o mal. Aunque bueno, eso ya daba lo mismo.
A pesar de que entre los millones de besos que le daba el albino ella podía respirar, le estaba costando bastante, ya que nunca había experimentado algo así en su vida y no tenía ni la menor idea de cómo juntar el aire suficiente en esos cinco o seis segundos de descanso. Luego de un rato, logró tomar el valor y la fuera de voluntad para separar sus labios finalmente.

Soltó un par de jadeos, intentando recobrar el aliento. -De verdad...- Jadeó otra vez, sin lograr terminar la frase hasta luego de unos minutos. -De verdad estoy feliz...- Un tierno sonrojo inundó sus mejillas y bajó la mirada, aunque su rostros seguían cercanos debido a que ella tenía sus brazos sobre su cuello.

Levantó apenas la mirada para encontrarse con la del albino y darle otro beso, aunque este mucho más tierno y dulce que los anteriores, incluso que el primero.

Había tantas cosas que quería explicarle acerca de su desaparición y sus ideas y sentimientos totalmente nuevos para su cuerpo y mente. Se había estado tan emocionado por todo lo que la menor lograba hacer nacer en si que la espera se le había hecho una eternidad. Más aun así ahora que la tenia enfrente no quería decir ni una palabra, estaba tan cómodo en su compañía que no quería arruinar el momento.
Cerro los ojos un momento sumergido en aquel cómodo abrazo, sintiendo a través de cada centímetro de piel y tela sobre ellos. Estrecho suavemente sus suaves caderas con sus brazos hasta rodearlas, haciendo que las caderas de ambos se juntaran. Instintivamente sus manos buscaron el calor de la piel de la menor, colándose por debajo de su remera un par de dedos.
No lo hacia adrede, simplemente era instinto. No quería separarse de Chrome ahora que la tenía entre brazos, siquiera quería moverse de aquel lugar. Quería permanecer así por siempre.
Aspiro con cuidado el delicioso aroma de su piel y cabello y luego se separo un poco para poder mirarla. Era tan hermosa, beso su frente con sumo cariño tratando de decir sin palabras lo que sentía y luego bajo besando la punta de su nariz y por ultimo sus labios.
Era un beso diferente a los otros, algo más tímido y aun así las lenguas de ambos parecían buscarse. Se introdujo en la boca de la menor con lentitud aun algo inseguro de lo que hacia, acariciando la lengua de la menor con cariño y cuidado.

Cuando sintió los fríos dedos del mayor sobre su piel, un escalofrío recorrió su espalda, haciéndola estremecerse. Todo lo que hacía el mayor la hacía soltar pequeños suspiros y jadeos, sin que ella pudiera evitarlo.
Las sensaciones que recorrían su cuerpo eran totalmente nuevas para ella, y seguramente nunca hubiera podido sentirlas de no ser por el albino. Sus mejillas estaba sonrosadas, su respiración era entrecortada y sus labios seguramente terminarían hinchados de tanto besarse. Aunque no es como si a ella le importara mucho, después de todo lo único que quería era estar con el mayor.
Al sentir los labios del albino en su frente, abrió su ojo, que había tenido cerrado todo ese tiempo. Estaba sorprendida de lo cálido y dulce que había sido el simple contacto de su boca contra su frente. Luego en su nariz, y otra vez a los labios.
El beso nuevamente la había sorprendido, era dulce, tierno, aunque estaba cargado de inocente excitación. En el momento en que sus lenguas se tocaron, otro escalofrío recorrió su cuerpo, dejándola totalmente dócil. Aunque ella no hubiera objetado en ningún momento.

No comprendía bien a su propio cuerpo. Realmente habían muchas cosas de las que solo había leído y nunca imaginado experimentar, y en ese momento parecían estar juntándose todas en la boca de su estomago haciéndole sentir como si trajera un nudo en su interior. Su cuerpo se estremeció levemente y sintió la loca necesidad de más. Respiraba como podía, y cuando alguno de los dos se sofocaba simplemente se separaban minúsculamente mirándose con atención los labios ajenos como diciéndose cuanto deseaban continuar saboreándose. Cada beso era mas largo que el anterior, y cada uno era especial y distinto. Todos tenían una carga distinta de ansiedad, deseo y cariño, todos ellos eran diferentes y aun así especiales.
Deslizo una de sus manos por la espalda de la joven hasta que sus dedos llegaron a las cintas de su sostén, mientras que su otra mano se mantuvo a la altura de sus caderas acariciando con la yema de sus dedos la tersa piel de la niña

-Chrome-chan- La llamo con la respiración agitada mirándola con deseo –Chrome-chan creo que me eh enamorado de ti-

Su cabeza daba vueltas mientras que los apasionados besos la dejaban sin aliento. Su mente no podía dejar de pensar en la calidez que transmitían los labios ajenos, y cómo había podido vivir sin probarlos. Sus manos, que estaban en su cuello, acariciaban la nuca del albino con ternura y suavidad, disfrutándolo.
El color de sus mejillas creció al sentir las manos de su compañero subir cada vez más, hasta quedar rozando suavemente la prenda de ropa interior, aunque la caricia en su cintura lograba tranquilizarla y dejarla inmóvil. Al escuchar las palabras del albino, se quedó congelada unos segundos, con las mejillas cada vez más rojas. Cuando reaccionó, logró procesar completamente lo que el mayor quiso decir y no pudo hacer más que tomarlo de las mejillas tiernamente y besarlo nuevamente. El beso duró apenas unos segundos, ya que se separó casi en seguida para responderle.

-Yo...- Tragó saliva y le dedicó una tímida sonrisa. -Creo que yo también, Myaku-san- Luego se puso de puntillas para sacar algo de altura y besó tiernamente la frente del mayor.

Se vio sumamente enternecido al ver la adorable sonrisa de la menor, y al sentir como se recargaba en sus hombros y se paraba en puntas de pie, se agacho ligeramente para facilitarla, sonriendo sumamente alagado. Jamás nadie le había demostrado afecto alguno, ¡y menos de esta forma! Estaba tan contento de que le dieran tanto cariño.
Al volver a su altura normal el mayor se irguió un poco y al hacerlo recorrió la habitación con la mirada rápidamente visualizando un sofá cercano a ellos. Sujeto a la menor por las caderas y giro sobre sus propios talones para luego dejarse caer sentado sobre el sofá con Chrome en sima. Sonrió a la menor a modo de disculpa y luego beso su cuello ahora que lo tenía mas cerca.

-No sabes cuanto me alegra escuchar eso-

No pudo evitar respingar ante el brusco cambio, sobresaltándose un poco, aunque la sonrisa del otro la hizo tranquilizarse en seguida. Un escalofrío recorrió su torso nuevamente al sentir los labios del mayor en su cuello. Una de sus manos fue a parar a su mejilla, la cual comenzó a acariciar con ternura, mientras le dedicaba una sonrisa.
-Myaku-san, no debería hacer eso, me había asustado- Soltó una pequeña risita e hizo un pequeño y aniñado puchero. -O me enojaré si lo hace de vuelta- Se acomodó en sus piernas y apoyó su cabeza en el pecho ajeno, disfrutando del sonido de su corazón. En ese momento, se dio cuenta que de verdad había perdido la cabeza por este chico. Nunca había sentido cosas parecidas, ni con su preciado Mukuro-sama, y se sentía aún más a gusto con él que con otra persona. Se dio cuenta que no quería estar separada de él ni un segundo más.

-Myaku- Lo llamó, por primera vez sin el ''-san'', y lo tomó de ambas mejillas. -Te amo- Dejó su característica manera de hablar por unos segundos para susurrar esas preciadas palabras, para luego volver a juntar sus labios con los del mayor. Sus mejillas se tornaron rojas nuevamente, aunque no se separó para nada.

Se vio infinitamente enternecido al ver la expresión de la niña, increíblemente tierna, cada vez que pensaba que estaba exagerando volvía a hacerle comprender que era increíblemente adorable. Sonrió infantilmente a la joven excusándose de su culpa y luego dejo que se acomodara sobre él. Era sumamente liviana y tersa por lo cual no le era ninguna molestia cargarla, por sobre todo por ser pequeña, sentía que era tan encantadoramente pequeña que podía llevársela en algún bolsillo, aunque claro pensándolo bien, usando ilusiones nada era imposible.
Sus brazos se mantuvieron alrededor de las caderas de ella en todo momento impidiendo que se alejara de si, acariciaba con delicadeza cualquier sector cercano a ellas, trazando círculos en su piel y ropa.
Estiro un poco su cuello aun sonriendo complacido por los comentarios de la menor y dejo que reposara sobre su pecho. Era tan cómodo estar de esa manera que no podía parar de preguntarse como era que había vivido hasta ahora sin ella. Incluso si habían pasado solo unos largos minutos desde que la tenia cerca, incluso si previamente solo la había visto una vez. Todo parecía tan cómodo, tan perfecto, como si fueran piezas de algún extraño rompecabezas de la vida, precisos a encajar. Se sentía tan completo y feliz.
La pequeña Chrome cambio de postura y poso su mirada en él nuevamente llamándole la atención, escucho su nombre y se sonrojo al notar que no estaba usando ningún honorífico con él. La estrecho con fuerza sin hacerle daño alguno y la beso suavemente transmitiéndole aquellos increíbles sentimientos que ella le hacia sentir.
Sus manos sostuvieron los lados de su cintura y levantaron un poco su remera para poder sentir el calor que su piel desprendía. Descendió lentamente de los labios de la pelivioleta para besar su mandíbula y cuello hasta llegar hasta su clavícula la cual mordió suavemente con deseo.