[RETO] Perdiendo la virginidad (Con Myaku)

Recuerdo del primer mensaje :

¿Cómo había llegado a esto? Simple, había ido a una fiesta con sus amigos y tomó de más, y había sido tan tonta como para hacer una apuesta con Haru. Una PERVERTIDA apuesta. ¿Y cuál había sido esta apuesta? Esta: Quién podía perder la virginidad primero. Había varios problemas: Con quién, cómo, y cómo lograr que alguien se acueste con ella.
Chrome siempre pensó que el sexo era un acto de amor que debía ser respetado y solo practicado con la gente que uno ama, pero... ¡Jamás pensó que lo haría por una estúpida apuesta! Claro que amaba a alguien (con cabello de piña y un ojo rojo), pero no sabía si él haría eso con ella.

-No puedo creerlo...- Se puso una mano en la frente, preocupada y algo sonrojada, caminando hacia Namimori. Reborn sabía de la apuesta y le dijo que vaya a la escuela, probablemente encontraría a alguien con quien ''ganar'' la apuesta.

Sus manos, esta vez se posaron en los hombros del albino, apenas apoyándolas. El color de sus mejillas subía cada vez más, mientras que su respiración se le dificultaba entre los pequeños jadeos y uno que otro débil gemido se escapaba de su boca.
Debía admitirlo, estaba nerviosa, nunca en su vida había hecho cosas de ese tipo y tenía algo de miedo. No porque pensaba que Myaku quería lastimarla, sino por el daño que él no quería hacerle. ¡Ah, maldecía las charlas de educación sexual que le daba M.M.! Aunque apenas estaban empezando, su imaginación volaba con toda la explicación bien gráfica que le había dado la pelirroja.

Tragó saliva y apoyó su frente en el hombro del otro, sintiendo que comenzaba a tener calor.

Su cuerpo reaccionaba mucho antes de que su mente llegara a alguna perversa decisión. Era un total abuso llegar de esa manera y pretender hacer tal cosa con aquel bello ángel. Claro, su mente dictaminaba que parara de una vez al tiempo que los sutiles jadeos retumbaban por sus oídos y sus manos acariciaban la erizada piel de la menor, inclusive cierta parte de él estaba comenzando a despertar.
Dentro de su mente la batalla se libraba, “Para de una vez, perverso, atrevido imbécil, deja de tocar a Chrome-chan de esa manera” “Ella quiere y siquiera puedes pensar que no lo deseas, déjate llevar”.
Antes de que su mente terminara de discutir acerca de si dejar a la niña en ese preciso momento o aprovecharse de ella, comenzó a girarse levemente y poco a poco la tumbo en el sofá hasta quedar él sobre ella. Se dedico a mirar el brillo de su ojo y labios y luego la beso con infinita pasión. Su cuerpo deseoso se acomodo entre las piernas de menor y una de sus manos acaricio indecorosamente una de sus piernas mientras que recargaba todo su peso en el otro brazo para no aplastar a la pequeña.

Mientras el mayor se posicionaba sobre ella, el calor de su cuerpo crecía aún más. Intentó corresponder al beso como pudo, sin saber cómo controlar la pasión desbordante de su amante.
Lo dejó acomodarse a su gusto, quedando completamente a su merced. Un pequeño gemido se escapó de sus labios al sentir la suave mano del albino en su pierna, acariciándola. Se avergonzó de sí misma, sin poder creer que ese sonido había salido de su boca.

De repente vino a su mente la apuesta. La apuesta que había hecho con Haru una semana atrás. Estaba en la situación perfecta para cumplirla, y así mataría dos pájaros de un tiro.

Separó sus labios por unos segundos y abrió su ojo por un segundo, notando en la cara del mayor que este tenía dudas. Levantó su brazo y acarició su mejilla con ternura. Sonrió, con una timidez inesperada, intentando olvidar el calor de sus mejillas.

-Supongo que...- Tragó saliva, sin estar muy segura de cómo decirlo. -Supongo que en la cama estaría más cómodo, ¿no cree?- Esperaba que eso fuera suficiente como para darle la suficiente confianza como para seguir e incluso ir más lejos.

Levantó la mirada solo unos segundos, para encontrarse con los ojos del mayor observándola. Rodeó el cuello del albino con sus brazos y se dejó levantar. Siempre había sido pequeña y delgada, así que no se preocupó de si era muy pesada o no. Incluso si fueron solo unos segundos, ella se sintió como una princesa. Nunca nadie la había alzado de esa manera, y debía admitirlo, la hacía sentirse especial de cierto modo.

Sintió un pequeño cosquilleo en su muslo ante las manos del mayor y oprimió una leve risilla. Siendo sincera con ella misma, no podía estar más a gusto, por lo que cerró sus ojos y simplemente se dejó llevar.

Al sentir el suave colchón en su espalda, se dio cuenta de que ya estaba en su cómoda cama. No le molestó en absoluto tener la ropa desarreglada, es más, una parte de ella estaba contenta por poder librarse de una vez de esas molestas y calurosas prendas.
Sus mejillas volvieron a tomar color al ver el torso desnudo de su amante, después de todo era la primera vez que veía el cuerpo de un hombre de esa manera.

Correspondió a cada beso que el mayor le daba. Se dejaba acariciar y tocar, separando sus labios por escasos segundos para tomar aire, suspirar o gemir. Se encontraba reaccionando ante cada toque que Myaku le daba, quedando completamente a su merced. No encontraba un motivo por el cual no debería de todos modos. En su mente vagaban todo tipo de pensamientos, pero nada le importaba ahora, solo quería estar tan cerca del albino como sea posible. Quería sentir su calor, sentirlo a él, con ella.

Sus manos, que descansaban en sus hombros, pasaron a enroscarse en su cuello, aprisionándolo en otro apasionado beso. Al sentir el músculo húmedo y suave del otro, no hizo más que gemir, y aún más al sentir una corriente de placer recorrer todo su cuerpo mientras él la tocaba con manos inexpertas pero firmes. Gimió cada vez que él hacía hasta el menor movimiento, cada vez más fuerte, comenzando a sentir cierta humedad entre sus piernas. Recobró lo que le quedaba de conciencia al sentir cómo su ropa interior era removida. Por un momento dudó, pero al sentir los labios de su amado en esa zona tan íntima, lo único que pudo hacer es gemir con todas sus fuerzas y tirar su cabeza suavemente hacia atrás.

Sentía como si el calor de su cuerpo fuera a hacerla explotar, definitivamente estaba casi en su límite. Levantó la mirada para encontrarse con la del albino y querer morirse de la vergüenza, desviando su ojo hacia la pared, como si su color celeste fuera lo más interesante del mundo en ese preciso momento. No era que tenía miedo y se estuviera arrepintiendo; simplemente estaba nerviosa y para ser una persona vergonzosa, hacer este tipo de cosas era todo menos normal.

Lo escuchó hablar y simplemente asintió con la cabeza, respondería, pero su vergüenza la impedía abrir la boca para algo que no sea jadear. Volvió su ojo hacia él y sintió como el sonrojo en sus mejillas se hacía más intenso, lo que él había sacado de su pantalón era... bueno, era lo que Mukuro-sama le había explicado que usara si algún día llegaba a este punto.

Obedeció la petición de Myaku y cerró los ojos con fuerza, tapándoselos con las manos de todos modos, dando una imagen algo aniñada. Suponía lo que el mayor estaba haciendo, y no pensaba dañar su privacidad de esa manera.
Aún con los ojos cerrados, sintió como el mayor se acomodaba entre sus piernas y se aferró a su cuello. Sabía que dolería, por lo menos un poco.

-Está bien, no se preocupe- le dio un pequeño beso en los labios y lo dejó hablar, con una pequeña sonrisa en su rostro. Volvió a besarlo y luego juntó su frente con la suya, apretando su mano con fuerza. -No importa lo que me haga, yo lo amo-

Lo sintió entrar y contuvo la respiración por unos segundos que parecieron años para ella. Se tensó completamente y se aferró a su cuello con desesperación, con pequeñas lágrimas en sus ojos. Notó la preocupación en los ojos de su amado y simplemente intentó sonreír, aunque parecía una mueca. Dolía, y mucho, pero sabía que él se estaba esforzando por no ser bruto y apreciaba eso infinitamente.
En un intento de dejar de pensar en el terrible dolor en sus partes bajas, lo besó en los labios pasionalmente, roja como un tomate.

[Lamento terriblemente la calidad de la respuesta y también el tiempo que tomó escribirla ;3; Se que no tengo perdón, pero voy a ponerme las pilas para estar con todo otra vez]

Estaba abrumado, cantidad de sentimientos chocando entre si en su cuerpo y mente. Era la primera vez que se sentía de esta forma y no era tan grata a decir verdad. Sentía su cuerpo arder y temía que su cabeza no parara de dar vueltas. Había notado la tensión en el cuerpo ajeno como si se tratase del suyo propio, se sintió asustado de herirla, entonces un millón de pensamientos corrieron por su mente en lo que seguramente fue una fracción de segundo. No terminaba de comprender, había leído varios libros los cuales describían el coito como la satisfacción suprema, como la forma de unirse en cuerpo y alma a la persona a la que amaba. ¿Entonces por que se sentían así? Ya que no solo era la menor quien estaba sintiéndose adolorida sino que él también se veía presionado por el cuerpo de esta. Frunció las cejas frustrado temiendo haber cometido algún error, a pesar de saber que eso era imposible. Fue entonces cuando la más pequeña le beso, le tomó realmente por sorpresa ya que se hallaba perdido en su frustración interna, pero el sentir aquellos cálidos labios sobre los suyos le hizo reaccionar, Chrome estaba dando todo de si misma para que aquello fuera especial para ambos. Correspondió al beso en un principio algo lento y luego la siguió hasta que este se volvió apasionado, hubiera querido salir de ella para dejar de causarle aquel dolor pero pensó que lo mejor en ese momento seria quedarse quieto para evitar lastimarla. Se quedó quieto en su lugar correspondiendo al beso sintiendo nuevamente su cuerpo arder en reflejo al calor corporal ajeno. Sus manos inquietas acariciaron los lados de su amada con un renovado deseo, su piel era tan tersa al tacto que sentía que no se aburriría jamás de acariciarla.
Se separó de los labios de la menor en busca de aire guiado por el desesperado deseo de volver a probar su cuerpo, beso su mejilla y descendió por esta mordiendo y besando suavemente su cuello hasta llegar a la base de este. Se sentía fuera de si en aquel momento, inconscientemente mientras que la besaba sus caderas se movieron penetrando un poco más a la menor. Su propio corazón dio un vuelco al hacer aquella acción, jamás había sentido algo similar aquella mínima fricción, pero de pronto sintió que necesitaba más, se sentía inquieto, no estaba del todo seguro de lo que estaba por hacer pero su cuerpo parecía pedir a gritos ponerse en movimiento. Se estremeció levemente y se separo un poco de la menor, besando su clavícula y pecho antes de deslizar sus manos de su cintura hasta sus rodillas acariciando de camino sus muslos y piernas.

-No estoy seguro de esto- Murmuro sosteniendo ambas piernas de la menor buscando una forma forma más accesible y menos dolorosa -Intenta respirar con normalidad- Dijo suavemente acercándose para besar su frente con delicadeza

Entonces tomo aire el mismo e intento controlar su desesperado cuerpo penetrando milímetro a milímetro con el mayor cuidado que jamás había tenido con nada.